Fiscalidad de la Economía Digital: Marco de evaluación de riesgos para las empresas internacionales
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En el panorama digital actual, en rápida evolución, las empresas internacionales se enfrentan a retos únicos a la hora de navegar por las complejidades de la fiscalidad de la economía digital. El auge de las plataformas digitales, el comercio electrónico y las transacciones transfronterizas ha hecho necesario un marco integral de evaluación de riesgos para garantizar el cumplimiento y mitigar los posibles riesgos fiscales. Este artículo esboza un enfoque estructurado para evaluar y gestionar estos riesgos.
Prácticamente cada país tiene sus propias políticas, normativas y tipos del impuesto sobre la renta, que difieren de los de otros países. Debido a los diferentes tipos impositivos en los distintos países, las grandes empresas multinacionales han utilizado varias técnicas diferentes para trasladar sus beneficios a países con tipos impositivos bajos o inferiores y evitar pagar impuestos en los países donde realmente se obtuvieron los ingresos.
La fiscalidad de la economía digital es importante porque garantiza que las empresas digitales contribuyan equitativamente a las finanzas públicas de los países en los que operan. Esto es especialmente relevante para las grandes empresas multinacionales que pueden generar importantes ingresos en un país sin tener presencia física en él. Una fiscalidad adecuada ayuda a nivelar el terreno de juego entre las empresas digitales y las tradicionales, garantizando que todas las empresas paguen su parte justa de impuestos, que luego pueden utilizarse para financiar servicios públicos e infraestructuras.
La fiscalidad de la economía digitalizada ha sido un tema de interés para los responsables de la política fiscal internacional desde la aparición del comercio electrónico. Se abordan cuestiones como la desgravación por doble imposición, la protección de los tratados y la necesidad de un enfoque coherente para gravar a las empresas digitales a escala mundial. Además, la fiscalidad mundial es vital para la salud futura del comercio y la inversión transfronterizos, ya que ayuda a evitar la confusión y la complejidad del debate fiscal actual. En 2021, 137 de 141 países alcanzaron un acuerdo histórico en el Marco Inclusivo sobre la Erosión de la Base Imponible y el Traslado de Beneficios (BEPS) de la OCDE/G20 para reformar el marco fiscal internacional en respuesta a los retos de la fiscalidad de la economía digital.
Un ejemplo notable de cómo la digitalización puede facilitar la elusión fiscal legal es el caso de Starbucks. Starbucks declaró unos ingresos de 98 millones de dólares, pero sólo pagó 5,4 millones en concepto de impuesto de sociedades en el Reino Unido, es decir, menos del 6%. Para quienes no estén familiarizados con la fiscalidad mundial, esto puede parecer matemáticamente incorrecto. Starbucks tuvo en cuenta las tasas comerciales, las tasas de servicio, el mantenimiento, los servicios públicos de las tiendas y los costes centrales necesarios para el funcionamiento de la empresa en el Reino Unido, incluidos los gastos de TI, marketing y oficina central, por un total de 78 millones de dólares. Este ajuste redujo los ingresos imponibles a 20 millones de dólares, y sólo se pagaron impuestos sobre esta cantidad. Una parte significativa de los costes mencionados eran gastos de cánones pagados a otra sucursal de Starbucks registrada en una jurisdicción de baja tributación. Al declarar unos costes elevados en el Reino Unido y unos ingresos elevados en una jurisdicción de baja tributación, Starbucks minimizó su responsabilidad fiscal en el Reino Unido y, en su lugar, pagó un tipo impositivo más bajo fuera del Reino Unido.
La fiscalidad de la economía digital tiene un impacto significativo en las empresas multinacionales de varias maneras:
De su empresa El Acuerdo Fiscal Global de la OCDE, surgido del proyecto sobre la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios (BEPS), tiene como objetivo crear un régimen fiscal internacional más unificado. Este acuerdo introduce un marco de dos pilares:
- Primer pilar
Reasigna los derechos de imposición para garantizar que las grandes empresas multinacionales, especialmente en la economía digital, paguen impuestos donde se encuentran sus clientes, aunque no tengan presencia física allí. Esto ayuda a abordar el problema del traslado de beneficios a jurisdicciones de baja tributación, garantizando que las empresas contribuyan de manera justa a las finanzas públicas de los países en los que operan.
El Convenio Multilateral para la Aplicación de la Cuantía A del Primer Pilar (el MLC) coordina esta reasignación de los derechos de imposición con respecto a una parte de los beneficios de las empresas multinacionales más grandes y rentables que operan en sus mercados. También mejora la seguridad fiscal y elimina los impuestos sobre los servicios digitales. Se trata de un componente clave del Proyecto BEPS de la OCDE/G20, que aborda los retos fiscales derivados de la digitalización de la economía.
- Segundo pilar
Establece un tipo mínimo global del impuesto de sociedades del 15%, garantizando que las empresas multinacionales paguen al menos este tipo, independientemente de dónde operen. Este marco pretende frenar la "carrera a la baja" en la competencia fiscal mundial, haciendo que el sistema fiscal internacional sea más justo y transparente.
El marco del Segundo Pilar incluye varios componentes clave:
1. Impuesto Mínimo Global:
Garantiza que las empresas multinacionales estén sujetas a un nivel mínimo de imposición sobre sus beneficios, con independencia de dónde los obtengan. Esto ayuda a evitar el traslado de beneficios a jurisdicciones de baja tributación y garantiza que todas las empresas contribuyan equitativamente a las finanzas públicas.
2. Norma de sujeción al impuesto (STTR):
Esta norma está diseñada para proteger las bases imponibles en los países en desarrollo garantizando un nivel mínimo de imposición sobre los pagos transfronterizos pertinentes. Evita circunstancias en las que los ingresos se gravan a tipos muy bajos o no se gravan en absoluto debido a las diferencias entre los regímenes fiscales de los distintos países. El STTR puede aplicarse mediante un tratado multilateral o enmiendas bilaterales a los acuerdos fiscales. Esto permite a las jurisdicciones "devolver impuestos" cuando determinadas categorías de ingresos están sujetas a tipos impositivos nominales inferiores al tipo mínimo del STTR del 9%.
En general, el segundo pilar pretende crear un sistema fiscal internacional más estable y equitativo, garantizando que las empresas multinacionales paguen los impuestos que les corresponden, independientemente de dónde operen.
Entender la economía digital
La economía digital abarca una amplia gama de actividades, incluidas las ventas en línea, los servicios digitales y el uso de plataformas digitales para las operaciones empresariales. A diferencia de los modelos de negocio tradicionales, la economía digital a menudo implica activos intangibles, flujos de datos y transacciones virtuales, lo que dificulta a las autoridades fiscales el seguimiento y la evaluación precisa de las actividades imponibles.
Principales retos fiscales
1. Creación y atribución de valor:
Uno de los principales retos de la fiscalidad de la economía digital es determinar dónde se crea el valor y cómo debe atribuirse. Las normas fiscales tradicionales, que se basan en la presencia física, son a menudo inadecuadas para las empresas digitales que operan en múltiples jurisdicciones sin una huella física.
2. Presencia digital significativa:
Muchos países están adoptando el concepto de "presencia digital significativa" para establecer el nexo fiscal. Este enfoque tiene en cuenta factores como la base de usuarios, las transacciones digitales y la recopilación de datos para determinar la responsabilidad fiscal. Sin embargo, la falta de uniformidad a la hora de definir y aplicar este concepto supone un riesgo para las empresas internacionales.
3. Impuesto sobre Servicios Digitales (DST):
Varios países han introducido DST para gravar los ingresos generados por los servicios digitales prestados a los usuarios locales. Aunque el objetivo de los DST es capturar el valor creado dentro de una jurisdicción, pueden dar lugar a una doble imposición y a mayores cargas de cumplimiento para las empresas que operan en múltiples mercados.
4. Complejidad de la aplicación:
La aplicación del tipo impositivo mínimo global implica navegar por diversos regímenes fiscales y garantizar el cumplimiento en múltiples jurisdicciones. Esto puede resultar especialmente difícil para las empresas multinacionales con sede en Estados Unidos, que deben hacer malabarismos para cumplir la legislación fiscal nacional y las normas internacionales del segundo pilar.
5. Asignación de recursos:
Las empresas deben asignar importantes recursos para adaptarse a la evolución de las normas fiscales internacionales. Esto incluye invertir en tecnología y conocimientos especializados para gestionar los nuevos requisitos de cumplimiento.
6. Coordinación entre jurisdicciones:
Garantizar un cumplimiento coherente en los distintos países puede resultar difícil debido a las diferentes interpretaciones y aplicaciones de las normas del Segundo Pilar. Esto requiere una coordinación y comunicación eficaces entre las distintas unidades de negocio y jurisdicciones.
Marco de evaluación de riesgos
Para gestionar eficazmente los riesgos fiscales asociados a la economía digital, las empresas internacionales deben adoptar un marco sólido de evaluación de riesgos. Este marco debe incluir los siguientes componentes
1. Identificación de los riesgos fiscales:
Las empresas deben identificar los posibles riesgos fiscales derivados de sus actividades digitales. Esto implica trazar un mapa de las transacciones digitales, comprender el flujo de datos e ingresos y evaluar el impacto de los diferentes regímenes fiscales.
2. Control del cumplimiento:
La supervisión continua del cumplimiento fiscal es esencial para garantizar la adhesión a las leyes y reglamentos fiscales locales. Las empresas deben implantar sistemas automatizados para realizar un seguimiento de las transacciones digitales, calcular las obligaciones fiscales y generar informes de cumplimiento.
3. Compromiso con las autoridades fiscales:
El compromiso proactivo con las autoridades fiscales puede ayudar a las empresas a mantenerse informadas sobre los cambios regulatorios y buscar aclaraciones sobre cuestiones fiscales complejas. Establecer canales de comunicación abiertos también puede facilitar la resolución de conflictos y minimizar el riesgo de sanciones.
4. Políticas de precios de transferencia:
Desarrollar políticas sólidas de precios de transferencia es crucial para las empresas digitales que realizan transacciones transfronterizas. Estas políticas deben reflejar las realidades económicas de las operaciones digitales y garantizar que los beneficios se asignan de forma justa entre jurisdicciones.
5. Planificación y estrategia fiscal:
Las empresas deben adoptar un enfoque estratégico para la planificación fiscal, teniendo en cuenta el impacto potencial de la fiscalidad de la economía digital en su posición fiscal general. Esto incluye explorar incentivos fiscales, optimizar las estructuras empresariales y aprovechar los tratados fiscales para minimizar las obligaciones tributarias.
Conclusión
La economía digital presenta tanto oportunidades como retos para las empresas internacionales. Mediante la adopción de un marco integral de evaluación de riesgos, las empresas pueden navegar por las complejidades de la fiscalidad de la economía digital, garantizar el cumplimiento y mitigar los posibles riesgos fiscales. A medida que las autoridades fiscales continúen adaptándose al panorama digital, mantenerse informado y proactivo será clave para gestionar eficazmente las obligaciones fiscales.

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